sábado, 27 de octubre de 2012

ARTE ROMANICO.

Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, Cantón El Hormiguero, Comacarán, San Miguel




Con piedra labrada, barro y adornos de madera se impone la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe entre las casas de bahareque y concreto del cantón El Hormiguero, Comacarán.

A pesar de ser la estructura más bella que se aprecia en el lugar, pocas personas la visitan. 
- La iglesia fue construida entre 1901 y 1905 por habitantes del cantón. 

- Todos ellos trabajaron por la noche a la luz de las estrellas y de las velas.

- El Hormiguero en esa época aún se llamaba Moncagüita, pero los mineros estadounidenses que llegaron a trabajar a las minas del lugar le pusieron El Hormiguero, por la gran cantidad de guaridas de estos insectos que habían en las tierras que excavaron.

- El 15 de octubre de 1577, el municipio de Comacarán, San Miguel, fue incluido como pueblo en el convenio franciscano de San Miguel junto a Gueymetique, ambos municipios son de origen lenca.

- La iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe es una de las más imponentes del oriente del país y urge de una reconstrucción.


ORIGEN DE LA IGLESIA NUESTRA  
              SEÑORA DE GUADALUPE.  

 
En 1889 la familia González tubo la iniciativa de traer de México una 
imagen de la Virgen de Guadalupe y la de Jesús Nazareno del Santo Entierro, 
esto se izo llevando a cabo un gran sacrificio, puesto que la trajeron por 
cordillera. En ese tiempo no existía iglesia alguna, y la imagen de la virgen de 
Guadalupe fue recomendada a la iglesia de Comacarán, hasta que se 
construyera la iglesia que la albergaría. 
En 1909 dio inicio la construcción del templo de El Hormiguero para lo 
cual Don Emilio González destinó aproximadamente una manzana de terreno. 
                                                

El Maestro de Obra era Don Hermógenes Romero, vecino del lugar, el cual fue 
asesorado por los padres franciscanos de San Miguel.  
La fachada se construyó con piedras talladas, traídas en carreta de la 
población de “Río Vargas”, cercana al municipio de Uluazapa, la madera 
utilizada era carreto y guanacaste (maderas finas y muy preciadas en el mundo 
de la carpintería), un detalle del piso de la iglesia es que una de las baldosas de 
barro tiene la huella del pié de una niña, que según decir de la gente de la 
comunidad, es la huella de Doña Guadalupe González, quien era hija de Don 
Emilio González. Las dos campanas, llamadas María y Conchita fueron traídas 
de Italia, por medio de poleas se colocaron en su respectivo campanario. 
Sistemas constructivos: Calicanto en fachada poniente; adobe en 
fachadas norte, sur y oriente, y mampostería de piedra en fundaciones; y en el 
interior es de adobe 
La construcción del templo se concluyó en 1918, con fondos aportados 
por los mineros y se dedicó a la Virgen de Guadalupe y a Jesús Nazareno del 
Santo Entierro. Se pensó en recobrar la imagen de la Virgen de Guadalupe, 
pero lastimosamente ya no fue posible por tal motivo Don Emilio trajo de 
México un cuadro de la Santa Patrona,  que actualmente podemos ver en el 
presbiterio de la iglesia.

ARTE ROMANICO.
Estilo artístico que floreció en Europa desde aproximadamente el año 
1000 d.C. hasta la aparición, en la segunda mitad del siglo XII, del estilo 
gótico. Se desarrolló principalmente en el campo de la arquitectura, aunque 
también se aplicó a la escultura, la pintura y las artes decorativas. 
El estilo prerrománico en muchas regiones fue una prolongación del 
arte y arquitectura paleocristianos. Así ocurrió por ejemplo con las iglesias de 
Roma, construidas en planta basilical. 
En el románico italiano la fachada suele ser triangular sin torres (especialmente en el estilo 
lombardo, con una torre o flanqueada por dos, también llamada “armónica”, que simboliza la 
puerta de la ciudad de Dios. El arco de medio punto predomina respecto al ojival, divide las naves 
y separa rítmicamente la secuencia de vanos. El parteluz, una pilastra esculpida que se eleva en el 
centro de la puerta. Las ventanas geminadas o bíforas se pueden encontrar en las torres de los 
campanarios o alineadas en frisos de arquillos ciegos para adornar la fachada o los muros laterales.

La planta basilical de los primeros tiempos se modificó de acuerdo con 
las necesidades litúrgicas de la misa, en la que un miembro del clero situado en 
el altar dirige la oración de los fieles y oficia los ritos religiosos.  
El símbolo de la cruz se añadió a la planta de los templos mediante la 
ubicación de un  transepto, o  nave perpendicular, en la zona próxima al 
ábside. De esta forma se creaba la distinción entre las naves, reservadas a los 
fieles, y el presbiterio, espacio posterior al transepto o crucero que contenía el 
recinto de los monjes (el coro) y el altar mayor, que debe ser el punto de 
atención más importante del templo. Para resaltarlo aún más, este altar mayor 
se enmarcaba en el  ábside, una prolongación de  la nave central de forma 
poligonal o semicircular, que en ocasiones estaba rodeado por la girola o 
deambulatorio, dispuesto como continuación de las naves laterales.  
En el templo también debía haber otros altares, necesarios para la 
celebración de las misas diarias de los monjes, situados dentro de pequeños 
absidiolos adosados al transepto y al deambulatorio. A los pies de la nave, 
precediendo la entrada al templo, aparecía el nártex, una antecámara o pórtico 
para recibir a los peregrinos y que no debían traspasar los catecúmenos. 
Saint-Philibert de Tournus (950-1120) ya dispone de todo un catálogo 
de arcos de refuerzo, arcos torales, bóvedas de medio cañón y bóvedas de 
medio cañón transversales que apean los esfuerzos de la gran bóveda de 
cañón situada sobre la nave central, con ventanas de claraboya bajo su línea de 
impostas, en la parte alta de los muros. Como resultado de esta evolución se 
impuso el uso de  bóvedas de arista, que permiten situar fácilmente un 
claristorio en la parte alta de los  muros, que constituye una especie de 
coronación lumínica a lo largo de la  nave central, Para mantener la misma 
segmentación en las naves laterales, de menor altura y anchura, se duplicaba 
en ellas el número de bóvedas.

El desarrollo del cuerpo occidental de las basílicas cristianas a modo de 
fachada monumental, flanqueada por torres de campanarios, fue una de las 
creaciones de los arquitectos carolingios. Este cuerpo occidental (Westwerk) 
se convirtió en el prototipo para las grandes fachadas de las catedrales 
románicas y góticas.

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